LICÁNTROPOS II
---------~--------------
Dicen que la persona poseída conseguía asumir instantáneamente la forma y el carácter de un lobo simplemente poniéndose una piel de lobo encima. Se percibe aquí una vaga similitud con el supuesto hecho de que el berserker, el hombre-oso escandinavo: deambulaba de noche por umbrosos bosques vestido con un pellejo de lobo u oso para adquirir, a través de la transformación, una fuerza sobrehumana.
RELATO
-----~------
El hombre-lobo niño, Jean Grenier, poseía una piel de lobo de este tipo. En cambio, Jacques Rollet decía usar un bálsamo o ungüento mágico, tal como manifestó ante los tribunales el 8 de agosto de 1598.
«¿De qué se le acusa?», preguntó el juez.
«De haber ofendido a Dios -contestó el hombre-lobo acusado, que contaba unos 35 años-. Mis padres me dieron un ungüento; no sé de qué está compuesto».
Entonces el juez preguntó: «¿Al frotarte con este ungüento te conviertes en lobo?»
«No -replicó Rollet- pero debido a todo esto maté y devoré al niño Cornier: yo era un lobo.»
«¿Ibas vestido de lobo?»
«Iba vestido como voy ahora. Tenía las manos y la cara ensangrentadas, porque había estado comiendo la carne de aquel niño.»
«¿Tus manos y pies se convierten en garras de un lobo?»
«Sí; sí se convierten.»
«¿Tu cabeza se vuelve parecida a la de un lobo? ¿Se vuelve más ancha?» «No sé qué forma tenía mi cabeza en aquel momento; utilicé mis dientes, la cabeza la tenía como la tengo ahora. He herido y devorado a muchos otros niños pequeños.»
.......
Otro método para convertirse en hombre-lobo consistía en obtener un cinturón, generalmente de origen animal, pero que podía también estar hecho de la piel de un ahorcado. Este cinturón se ataba con una hebilla de siete clavillos. Cuando se desabrochaba la hebilla, o se practicaba un corte en el cinturón, se rompía el hechizo.
Eliphas Levi, el ocultista francés más importante del siglo XIX, que una vez sufrió un colapso aterrorizado por sus propias artes mágicas «trascendentales», describió el proceso de transformación de un hombre-lobo como «una situación de simpatía, entendimiento entre el hombre y su [forma] de representación animal». Acertadamente, subraya en su Historia de la magia (1860) que los hombres-lobo, pese a haber sido perseguidos, cazados e incluso heridos, no han sido nunca muertos sobre el terreno, y que a la gente sospechosa de estas atroces autotransformaciones, después de la persecución, siempre se les ha encontrado más o menos heridos, algunas veces agonizantes, pero siempre con su forma natural.